El Poder de un Gesto
Desde temprana edad, Jean Gailhac mostró un corazón inmenso,
revelándose como particularmente sensible y atento a la realidad que le rodea.
Siempre generoso, y en la fidelidad de su amor infinito por Dios, se convirtió en su
servidor y buscó encontrar la esencia de su vocación de
bautizado en sus acciones, respondiendo a las necesidades más apremiantes de niños y
mujeres. Esta vocación dio sentido a su vida, haciéndole correr el riesgo de trabajar para la promoción de los más débiles y
marginados “para que todos tengan vida”.
Con Gailhac aprendemos que todo gesto debe venir de Dios, y de Él
viene el significado de nuestra vida que
adquiere un nuevo dinamismo cuando nos entregamos y nos abrimos a las necesidades de los demás, especialmente de los más
vulnerables.
La vida de nuestro Fundador nos desafía y nos lleva no sólo a reflexionar sobre
nuestro propio actuar, sino también a experimentar los gritos de la humanidad que nos
impulsan a comprometernos en la defensa de la justicia y a tender la mano a quienes
viven en zonas de mayor vulnerabilidad.
Hoy, siguiendo el ejemplo de Gailhac y en fidelidad a la Misión del
Instituto, nos animamos a involucrarnos en un Gesto Solidario que responda a las necesidades más
apremiantes de nuestras comunidades locales.
Comprometidos con la transformación de nuestro mundo, motivarnos a pensar en un Gesto Solidario y
compartirlo.