El 13 de noviembre de 2022 tuvo lugar la Celebración de la Eucaristía para abrir el año de Jean Gailhac. Vea las Palabras de la Misa de Apertura y el video de la grabación del evento.
Palabras en la misa de apertura el 13 de noviembre
Buenos días de parte de todos los que nos reunimos en Cormaria, Sag Harbor, Nueva York, y una muy cálida bienvenida a todos los que se han unido a nosotros en línea desde muchas partes del Instituto, nuestras Hermanas, miembros de nuestra Familia Extendida SCM, personal y estudiantes de nuestra Red Global de Escuelas y Obras Sociales RSCM, nuestros amigos y miembros de la familia. Estamos encantados de que puedan estar con nosotros hoy para la celebración de la Eucaristía con motivo de la apertura del Año Jean Gailhac.
Jean Gailhac, nacido tal día como hoy hace 220 años, no es sólo una figura fascinante del pasado, sino una presencia inspiradora y energizante para nosotros hoy. Su espíritu y carisma sigan siendo una fuerza orientadora y motivadora en las opciones que hacemos frente a la misión. Nos ha dejado un rico legado, en las elecciones que hizo, en las obras que estableció, en las abundantes cartas que escribió que comunicaban su espíritu y carisma. La celebración de este ‘Año de Jean Gailhac’ es una oportunidad de reflexionar más a fondo sobre ese legado. Porque el carisma dado a través de él a la Iglesia y al mundo no es, en las palabras de Hna. Mary Milligan, “un tesoro para guardar y preservar, sino una planta que hay que regar, podar, cuidar, sacando siempre su vida y su fuerza de las mismas raíces…” (Cf. M. Milligan Para Que Tengan Vida, p.205-6)
En el corazón de nuestro carisma y misión y en el centro de nuestra historia está la fe y el ardor de Padre Gailhac, su corazón apostólico. Cuando fundó nuestro Instituto en mediados del siglo XIX, las estructuras para expresar la vida religiosa apostólica en su plenitud no existía. La vida religiosa femenina se vivía de forma semiclaustral. Sin embargo, afirmó específicamente que las mujeres estaban llamadas a desempeñar un papel esencial en la obra de redención. Tenía claro que el Instituto que fundó iba a ser apostólica, que las Hermanas debían estar plenamente al servicio de los mas necesitados (p. 204). Como reza el logotipo del Año de Jean Gailhac, Gailhac era “un hombre cuyo corazón no tenía fronteras”. Su corazón y espíritu apostólico inspiró, guió y acompañó a las Hermanas en los primeros 50 años de la existencia de nuestro Instituto, llevándolas a salir a varios países y emprender diversas obras. La misma visión continúa inspirándonos y motivándonos hoy.
Otra fuerza dinámica en el trabajo en la vida de Padre Gailhac fue su búsqueda para discernir la voluntad de Dios y llevarla a cabo. Su voluntad de actuar sólo cuando tenía claro que fue la voluntad de Dios, moldeó profundamente la evolución de nuestro Instituto. A lo largo de nuestra historia, las decisiónes importantes se tomaron sólo después de discernir la voluntad de Dios en los signos de los tiempos. Este enfoque perspicaz se convirtió en una característica de nuestra historia, que, según la Hna. Kathleen Connell, podría describirse como “una constante sí a Dios”. La misión hoy requiere que tengamos mentes perspicaces y corazones, que siempre busquemos actuar de acuerdo con la mente y el corazón de Cristo.
La fidelidad a la Iglesia es otra preciosa herencia de nuestro fundador. En la historia del Instituto, Hmna. Rosa do Carmo Sampaio habla de la “profunda comunión eclesial” (p. 38-9) de Padre Gailhac que fue “una orientación básica de toda su vida” (p.166), y un don que transmitió a las Hermanas el don de buscar siempre estar en comunión con la Iglesia. Hoy, todos estamos llamados a ese mismo “comunión eclesial” con el pueblo de Dios caminando juntos en este viaje sinodal.
La visión de fe de Jean Gailhac ha resistido bien los cambios que han tenido lugar a lo largo del tiempo. Nacido de una fe probada por el sufrimiento, sostenida por horas de oración, lectura de las Escrituras y reflexión, y profundizada en toda una vida de ministerio entre las personas más marginadas en su ciudad natal de Béziers, continúa inspirándonos y guiándonos.
Al abrir el Año Jean Gailhac, Hermanas, colaboradores, familias y amigos en todas partes, celebramos y damos gracias por el legado que hemos recibido y damos la bienvenida a las oportunidades agraciadas que traerá el año, para beber de nuevo de los pozos de nuestras fuentes, para renovar nuestro compromiso de vivir el Evangelio auténticamente, y continuar la misión de Jesucristo que vino para que todos puedan tener vida Que el Padre Gailhac sea nuestra inspiración para caminar juntos por nuevos caminos hacia los horizontes que se abren ante nosotros.
……………………..
Ahora, en nombre de todos nosotros, doy la bienvenida al obispo Bill Murphy, quien amablemente ha aceptado celebrar esta Eucaristía especial con nosotros. El obispo Murphy es un amigo permanente de la RSCM y tiene una profunda admiración y aprecio por el Padre Gailhac. Bienvenido, obispo Murphy.